El proyecto liberal de organizar la polĂtica en torno a la libertad y la igualdad individuales estĂĄ en declive. Ăsta es una oportunidad Ășnica para revisar la polĂtica del bien comĂșn.
Bueno. Ahora que ya lo he leĂdo con calma, me quedo un poco frĂo. Porque su diagnĂłstico es, me parece a mĂ, impecable, pero la condena a muerte al liberalismo es algo ingenua.
a) Para empezar, es evidente que el sistema liberal ha fallado, y es un fallo multiorgĂĄnico. No solo interno (es decir, en los paĂses que lo practican) sino externo (es decir, en los paĂses que nunca tuvieron oportunidad de practicarlo porque estaban colonizados o controlados por los primeros). Que este segundo grupo de paĂses quiera ahora su parte es quizĂĄs la explicaciĂłn al colapso de un sistema que ha querido beneficiarse de la globalizaciĂłn y, al mismo tiempo, seguir siendo el jefe del cotarro.
d) El autor olvida el peso creciente de las grandes corporaciones, la tecnologĂa y los increĂbles cambios sociales que vendrĂĄn con ella. No necesariamente malos, ni buenos. Simplemente no lo sabemos, pero formarĂĄn parte del nuevo esquema polĂtico-social. No sabemos a dĂłnde nos lleva la hipercomplejidad de la gobernanza.
Bueno. Ahora que ya lo he leĂdo con calma, me quedo un poco frĂo. Porque su diagnĂłstico es, me parece a mĂ, impecable, pero la condena a muerte al liberalismo es algo ingenua.
a) Para empezar, es evidente que el sistema liberal ha fallado, y es un fallo multiorgĂĄnico. No solo interno (es decir, en los paĂses que lo practican) sino externo (es decir, en los paĂses que nunca tuvieron oportunidad de practicarlo porque estaban colonizados o controlados por los primeros). Que este segundo grupo de paĂses quiera ahora su parte es quizĂĄs la explicaciĂłn al colapso de un sistema que ha querido beneficiarse de la globalizaciĂłn y, al mismo tiempo, seguir siendo el jefe del cotarro.
b) Pero el liberalismo democrĂĄtico sigue siendo una aspiraciĂłn para mucha gente (que se lo pregunten a los sirios). El bienestar aportado por el equilibrio pĂșblico-privado de Europa, CanadĂĄ, Nueva Zelanda e incluso JapĂłn es, hasta hoy, el mayor logro socioeconĂłmico de la historia de la humanidad en tĂ©rminos de bienestar (no de productividad, vale)
c) La apelaciĂłn al dilema bien pĂșblico vs individualismo, aduciendo que el bien pĂșblico ha sido siempre la regla y el individualismo, la excepciĂłn, en tĂ©rminos histĂłricos, no me parece correcta. Recordemos que Felipe II, y los monarcas del Antiguo RĂ©gimen en general, se debĂan a ese bien pĂșblico, obligados por el derecho divino, que les hacĂa velar por sus sĂșbditos. Ya sabemos cĂłmo acabĂł ese sistema.
d) El autor olvida el peso creciente de las grandes corporaciones, la tecnologĂa y los increĂbles cambios sociales que vendrĂĄn con ella. No necesariamente malos, ni buenos. Simplemente no lo sabemos, pero formarĂĄn parte del nuevo esquema polĂtico-social. No sabemos a dĂłnde nos lleva la hipercomplejidad de la gobernanza.
En conclusiĂłn, me parece que su anhelo por sustituir el individualismo por el bien comĂșn, no deja de ser eso, un anhelo. Y quizĂĄs, una tautologĂa: el individualismo de los sujetos concretos de una especie cooperativa lleva a la cooperaciĂłn, como han demostrado (con reventones de millones de muertos, es verdad) los Ășltimos doscientos cincuenta años. Pero por otro lado, el bien comĂșn sin individualismo lleva a la parĂĄlisis, cuando no algo peor. AsĂ que, liberalismo kaputt, de acuerdo, pero no creo que necesariamente vayamos en la direcciĂłn preconizada por el autor. Dos ejemplos: la crisis del 2008 ("reinventaremos el capitalismo", dijo Sarkozy) y la Ă©poca post-Covid ("lo pĂșblico ha vuelto", dijeron todos). Y mĂrennos ahora.
En cualquier caso, un debate muy muy necesario.