DespuĂ©s del Liberalismo: El Bien ComĂșn y la PolĂtica del Futuro
El proyecto liberal de organizar la polĂtica en torno a la libertad y la igualdad individuales estĂĄ en declive. Ăsta es una oportunidad Ășnica para revisar la polĂtica del bien comĂșn.
DespuĂ©s del Liberalismo: El Bien ComĂșn y la PolĂtica del Futuro
Por: Benjamin L Smith, profesor de filosofĂa
El proyecto liberal de organizar la polĂtica en torno a la libertad individual y la igualdad estĂĄ en declive. Tanto los lĂderes polĂticos como los electores estĂĄn pasando pĂĄgina. Y las instituciones que encarnan mĂĄs profundamente el ethos liberal -organismos gubernamentales, universidades, empresas y periodismo- son muy impopulares y pierden credibilidad cada dĂa. Me inclino a pensar que este declive no sĂłlo es real, sino acertado. El capitalismo y las instituciones liberales no han cumplido. El liberalismo estĂĄ agotado. Samuel Huntington tenĂa razĂłn; Francis Fukuyama estaba equivocado, y es hora de pasar pĂĄgina. Pero si es asĂ, Âżhacia quĂ© debemos avanzar exactamente? Ăste es el reto para el pensamiento posliberal, especialmente para quienes trabajan desde la derecha.
No estĂĄ nada claro quĂ© forma de polĂtica sucederĂĄ al liberalismo. Sin embargo, algunos rasgos generales del futuro polĂtico parecen probables.
Aumento del populismo
Obviamente, el populismo estĂĄ en ascenso en todo el mundo europeo-americano. Como he escrito en otro lugar, esto refleja el hecho de que la gente normal ha perdido la confianza en sus dirigentes y en las principales instituciones. En la izquierda, el populismo adopta un aspecto anticapitalista; el populismo de derechas se centra en la inmigraciĂłn, las instituciones «despiertas» y la corrupciĂłn de las Ă©lites. Esta insatisfacciĂłn generalizada con el consenso liberal y capitalista estĂĄ remodelando radicalmente los alineamientos polĂticos y poniendo fin al experimento unipolar y liberal. ÂżConseguirĂĄn estos movimientos introducir cambios radicales en el gobierno moderno? SĂłlo el tiempo lo dirĂĄ, pero una cosa es segura: esta ola de populismo, como otras, se desvanecerĂĄ. Puede que a algunos les decepcione oĂr esto, pero es cierto.
El populismo es una reacciĂłn a la corrupciĂłn de las Ă©lites y al alejamiento de la clase dirigente del pueblo llano. Pero la verdad es Ă©sta: casi nadie estĂĄ realmente en contra de las Ă©lites y las instituciones en principio. Toda sociedad estable necesita lĂderes e instituciones. Con el tiempo volverĂĄn el liderazgo, la jerarquĂa y las instituciones, y eso es algo muy bueno. La verdadera cuestiĂłn es Ă©sta: ÂżquĂ© ocuparĂĄ el lugar del liberalismo una vez que retroceda la ola populista? Por mi parte, creo que el sucesor del liberalismo deberĂa abordar el error subyacente de la polĂtica moderna y abordar la necesidad de una reforma institucional y de las Ă©lites.
Los errores del liberalismo
Es importante recordar que, en el barrido de la historia polĂtica, el liberalismo de la IlustraciĂłn es completamente idiosincrĂĄsico. Ninguna otra sociedad ha intentado configurar la sociedad sobre la base del individualismo radical, y con razĂłn. Por «individualismo radical» entiendo dos cosas:
la negaciĂłn de que el hombre es polĂtico por naturaleza y
la ordenaciĂłn de la sociedad al bien individual en lugar de al bien comĂșn.
El liberalismo clĂĄsico parte de estos dos errores y todas las contradicciones e ineficiencias inherentes a este sistema se derivan de estos errores fatales.
Dentro del paradigma liberal, el hombre es naturalmente un individuo y elige construir la polĂtica para sus propios fines individualistas; como tal, la polĂtica es una cuestiĂłn de arte mĂĄs que de naturaleza y carece de un propĂłsito y una norma naturales. Ahora bien, las artes humanas son una parte importante del florecimiento humano, pero en este contexto, eliminar la polĂtica del orden natural la aparta de la teleologĂa natural que nos guĂa hacia el autĂ©ntico florecimiento humano y la bondad objetiva. De hecho, el liberalismo restringe estrechamente la preocupaciĂłn de la gobernanza a sus fines contractuales. En esta perspectiva, la polĂtica es predominantemente una cuestiĂłn de convenciĂłn, acuerdo y manipulaciĂłn, mĂĄs que un proceso para poner en acciĂłn la verdad y la bondad.
El segundo error del liberalismo es que prioriza el bien individual sobre el bien comĂșn de la comunidad polĂtica. He expuesto muchas veces los argumentos clĂĄsicos a favor de la prioridad del bien comĂșn. En resumen, el argumento central es Ă©ste: el individuo se compara con el todo polĂtico, como una parte imperfecta con un todo perfecto. Esto es asĂ porque el todo polĂtico es completo para el florecimiento humano, mientras que el individuo no lo es. De ello se deduce que el bien comĂșn del todo es preferible al bien individual de la parte, porque lo perfecto es anterior y mejor que lo imperfecto. PodrĂan añadirse otros argumentos, pero el «argumento parte-todo» es suficiente para los fines de este ensayo.
Frente a la primacĂa del bien comĂșn -, que es la tradiciĂłn occidental clĂĄsica -, el liberalismo prioriza los bienes individuales de la libertad, la vida y la igualdad. Esta postura irracional conduce inevitablemente a la desuniĂłn, la ineficacia y la decadencia. Por el contrario, la priorizaciĂłn clĂĄsica del bien comĂșn ennoblece al hombre y construye la civilizaciĂłn. Concentra los recursos en el crecimiento cooperativo, los logros e incluso la grandeza nacional.
La polĂtica del bien comĂșn
En nuestras circunstancias actuales, el camino hacia delante es el camino hacia atrĂĄs. La concepciĂłn clĂĄsica del bien comĂșn proporciona un marco para crear una polĂtica autĂ©nticamente posliberal que haga avanzar el florecimiento humano. Varios rasgos de este enfoque lo distinguen claramente del paradigma liberal. La polĂtica clĂĄsica es comunitaria mĂĄs que individualista, cooperativa mĂĄs que competitiva, y sustantiva mĂĄs que procedimental. ExplicarĂ© brevemente estas diferencias.
El carĂĄcter comunitario de la polĂtica clĂĄsica es mĂĄs evidente en su compromiso con el bien comĂșn. En tĂ©rminos generales, el bien comĂșn se distingue del bien individual como un bien compartido y disfrutado por muchos en lugar de un bien disfrutado individualmente. En principio, el bien individual no tiene nada de malo (siempre que sea realmente un bien). Sin embargo, es inferior. De hecho, los bienes comunes impregnan y ennoblecen la vida humana incluso fuera de la polĂtica: la procreaciĂłn y educaciĂłn del hijo es el bien comĂșn de los padres; la belleza sinfĂłnica de la orquesta; o incluso la prestaciĂłn eficiente de bienes y servicios mĂ©dicos en un hospital. Todos ellos son bienes comunes que mejoran nuestras vidas, y lo mismo ocurre con el bien comĂșn polĂtico, que consiste en el florecimiento humano cooperativo. En esta perspectiva, el autĂ©ntico florecimiento humano es algo que conseguimos juntos, mediante el esfuerzo cooperativo. No prosperamos ni decaemos solos. MĂĄs bien prosperamos o decaemos juntos.
El enfoque clĂĄsico hace hincapiĂ© en la cooperaciĂłn mĂĄs que en la competiciĂłn. Esto es asĂ porque el bien comĂșn no puede lograrse sin la coordinaciĂłn de muchos y diversos factores de producciĂłn. La construcciĂłn de una casa o la victoria en el campo de batalla requieren unidad de propĂłsito y seguir un plan. Si los techadores aparecen antes de que se pongan los cimientos, se perderĂĄ tiempo y energĂa. En el contexto polĂtico, la cooperaciĂłn significa que los diversos segmentos de la sociedad trabajarĂĄn en armonĂa entre sĂ para lograr el bien comĂșn, concentrando sus esfuerzos en lugar de dividirlos. Por supuesto, la coordinaciĂłn de las diversas partes de la sociedad requiere un poder administrativo robusto, y gran parte del asombro y respeto que tradicionalmente se ha concedido a la autoridad polĂtica se basa en el papel vital que desempeña en el avance del bien comĂșn.
Por Ășltimo, la polĂtica clĂĄsica es sustantiva mĂĄs que procedimental. El paradigma liberal minimiza la importancia polĂtica de las cuestiones sobre Dios, el Bien y el alma. Las cuestiones sustantivas de este tipo debĂan relegarse a la esfera privada; la cuestiĂłn metafĂsica del bien es un asunto individual en esta perspectiva. En un rĂ©gimen liberal, cada individuo es libre de perseguir su versiĂłn privada y subjetiva del bien. En lugar de compromisos filosĂłficos sustantivos, los regĂmenes liberales adoptan procedimientos de debido proceso y equidad. Estos procedimientos son importantes porque garantizan las prioridades liberales de igualdad y libertad. Puedes considerar que las declaraciones de alguien son errores peligrosos, pero como el rĂ©gimen da prioridad a la libertad, se establecen salvaguardias para proteger la libertad de expresiĂłn, incluso cuando es errĂłnea o perjudicial. Una vez mĂĄs, las normas procesales de imparcialidad funcionan para proteger la libertad y la igualdad individuales, al tiempo que separan la filosofĂa y la religiĂłn de la polĂtica.
El tipo de separaciĂłn ordenada entre el Bien y la polĂtica que se consigue en el liberalismo se considera un grave defecto desde la perspectiva clĂĄsica. Por el contrario, la polĂtica clĂĄsica caracteriza el bien comĂșn en tĂ©rminos de florecimiento humano, una forma de perfecciĂłn especĂfica de cada especie. Enmarcar la vida polĂtica de este modo no deja espacio para poner entre parĂ©ntesis las cuestiones filosĂłficas sobre el bien. Por supuesto, el pensamiento polĂtico clĂĄsico deja mucho espacio para las instituciones particulares, las circunstancias histĂłricas y las costumbres. Sin embargo, con estas salvedades, la polĂtica del florecimiento humano incluye necesariamente una filosofĂa del Bien: los meros procedimientos no bastan.
De cara al futuro
En resumen, si la cultura polĂtica postliberal se centra en el bien comĂșn, podemos esperar una forma de polĂtica que pivote hacia la cooperaciĂłn, el beneficio (y la carga) mutuos, la jerarquĂa y las normas morales tradicionales. El desarrollo de una comunidad polĂtica de este tipo supondrĂa un marcado alejamiento de las opciones que se ofrecen hoy en dĂa. A la vez mĂĄs regia y unida, y mĂĄs cooperativa.
Sobre Benjamin L Smith y su Newsletter
Benjamin L Smith es un profesor de filosofĂa y escritor galardonado, especializado en filosofĂa antigua y medieval, filosofĂa polĂtica y teologĂa filosĂłfica.
Su newsletter es Logos Letter. Sobre el origen de su nombre, explica:
âEn el mundo antiguo, la idea de Logos era polifacĂ©tica, luminosa y casi sagrada; logos significaba mente, discurso correcto, entendimiento, palabra, argumento, razĂłn e incluso Dios.â
En prĂłximas entregas de Logos Letter, se propone desarrollar una interpretaciĂłn y defensa sistemĂĄticas del bien comĂșn desde un punto de vista tomista-corporativista (a veces llamado solidarismo); esta serie de ensayos incluirĂĄ una agenda polĂtica concreta y respuestas a objeciones comunes. En muchos sentidos, gran parte de lo que pretende argumentar ha sido anticipado por las primeras etapas de la Doctrina Social CatĂłlica, TomĂĄs de Aquino y fuentes asociadas. Pero aunque sus fuentes sean mĂĄs antiguas, la polĂtica del bien comĂșn no estĂĄ desfasada. De hecho, afirma, âya es hora de dar otra oportunidad al bien comĂșn.â
Agradecemos a su colaboraciĂłn en la traducciĂłn y difusiĂłn de este artĂculo, basado en el suyo original, que se encuentra aquĂ:
Alguna cuestiĂłn?
Bueno. Ahora que ya lo he leĂdo con calma, me quedo un poco frĂo. Porque su diagnĂłstico es, me parece a mĂ, impecable, pero la condena a muerte al liberalismo es algo ingenua.
a) Para empezar, es evidente que el sistema liberal ha fallado, y es un fallo multiorgĂĄnico. No solo interno (es decir, en los paĂses que lo practican) sino externo (es decir, en los paĂses que nunca tuvieron oportunidad de practicarlo porque estaban colonizados o controlados por los primeros). Que este segundo grupo de paĂses quiera ahora su parte es quizĂĄs la explicaciĂłn al colapso de un sistema que ha querido beneficiarse de la globalizaciĂłn y, al mismo tiempo, seguir siendo el jefe del cotarro.
b) Pero el liberalismo democrĂĄtico sigue siendo una aspiraciĂłn para mucha gente (que se lo pregunten a los sirios). El bienestar aportado por el equilibrio pĂșblico-privado de Europa, CanadĂĄ, Nueva Zelanda e incluso JapĂłn es, hasta hoy, el mayor logro socioeconĂłmico de la historia de la humanidad en tĂ©rminos de bienestar (no de productividad, vale)
c) La apelaciĂłn al dilema bien pĂșblico vs individualismo, aduciendo que el bien pĂșblico ha sido siempre la regla y el individualismo, la excepciĂłn, en tĂ©rminos histĂłricos, no me parece correcta. Recordemos que Felipe II, y los monarcas del Antiguo RĂ©gimen en general, se debĂan a ese bien pĂșblico, obligados por el derecho divino, que les hacĂa velar por sus sĂșbditos. Ya sabemos cĂłmo acabĂł ese sistema.
d) El autor olvida el peso creciente de las grandes corporaciones, la tecnologĂa y los increĂbles cambios sociales que vendrĂĄn con ella. No necesariamente malos, ni buenos. Simplemente no lo sabemos, pero formarĂĄn parte del nuevo esquema polĂtico-social. No sabemos a dĂłnde nos lleva la hipercomplejidad de la gobernanza.
En conclusiĂłn, me parece que su anhelo por sustituir el individualismo por el bien comĂșn, no deja de ser eso, un anhelo. Y quizĂĄs, una tautologĂa: el individualismo de los sujetos concretos de una especie cooperativa lleva a la cooperaciĂłn, como han demostrado (con reventones de millones de muertos, es verdad) los Ășltimos doscientos cincuenta años. Pero por otro lado, el bien comĂșn sin individualismo lleva a la parĂĄlisis, cuando no algo peor. AsĂ que, liberalismo kaputt, de acuerdo, pero no creo que necesariamente vayamos en la direcciĂłn preconizada por el autor. Dos ejemplos: la crisis del 2008 ("reinventaremos el capitalismo", dijo Sarkozy) y la Ă©poca post-Covid ("lo pĂșblico ha vuelto", dijeron todos). Y mĂrennos ahora.
En cualquier caso, un debate muy muy necesario.