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Una explicación de por qué la desinformación es un problema que nos afecta a todos. Revela por qué nuestros prejuicios humanos afectan a la forma en que recibimos e interpretamos la información, y cómo algunos la manipulan.

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Este artículo nos enseña a separar la realidad de la ficción. Mediante algunos coloridos ejemplos, se pone de relieve los prejuicios que nos llevan a confundir las afirmaciones con los hechos, los hechos con los datos, los datos con las pruebas y las pruebas con las demostraciones.

Tratando de describir lo que hay que evitar, este artículo ayuda a combatir esta marea de desinformación. Yendo más allá de la simple comprobación de los hechos y la explicación de las estadísticas individuales, se explora las relaciones entre las estadísticas -la ciencia de la causa y el efecto-, entrenándonos en última instancia para pensar de forma más inteligente, aguda y crítica.

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Esto no va de plaza pública: Escribe Francesc Bracero hoy en un periódico de Barcelona (La Vanguardia) que desde que ese diario (como hizo unos días antes The Guardian) decidió la semana pasada abandonar X, la red social de elon musk, numerosas personas bienintencionadas que respeta y admira han expresado su opinión contraria a esta decisión porque consideran que no se puede dejar el espacio público en manos de lo que podríamos definir como las “fuerzas del mal”. Piensa que la premisa parece imbatible, pero que “el concepto de X como un espacio de debate neutral es erróneo.”

Que cuando twitter pasó a ser X, todo cambió, y que X no es una plaza pública, sino un lugar controlado por Musk en favor de sus intereses.

Y estoy totalmente de acuerdo. Como ha hecho en el pasado, sus algoritmos pueden reproducir un bulo o una fakenew. También pueden quitar visibilidad a quienes pretendan ofrecer una visión más neutral.

No me importa que haya 2 plataformas: Bluesky para los progresistas y X para los pro-Trump, pro-Musk, etc.

Si, un mundo bipolar en lo político. Pero es que, al menos en el escenario de EEUU, ya existe.

En este sentido, me alegro que mi Universidad (bueno, una de ellas), la Universidad de Barcelona, también haya decidido ayer alejarse todo cuanto pueda de X.

Si buena parte de los protagonistas de la plaza pública ya no están en X, entonces podremos quitarle, por fin, ese adjetivo a la vieja Twitter.

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