Neurociencias Sociales
Ha suscitado un interés elevado en un contexto cada vez más sensible y centrado en el individuo y el funcionamiento del espíritu humano.
Neurociencias Sociales
Áreas Temáticas: Cognición Social, Neurociencia, Psicología Cognitiva, Psicología Industrial, Psicología Organizacional, Psicología Positiva, Psicología Social, Socioeconomía, Sociología Organizacional
A principios del siglo XXI se produjo un auge de la investigación en el campo de las neurociencias sociales. Dado el encanto de los descubrimientos, si nos creemos los títulos de algunos artículos (centrados en las bases neurales del amor, el altruismo, el juicio moral, la generosidad o la confianza), estos trabajos despiertan el interés no solo de la comunidad científica, sino también de los medios de comunicación y del público en general. Sin embargo, como se desarrollará aquí, no es lo mismo admitir que todo fenómeno psicosocial se basa en mecanismos biológicos que pretender que una región del cerebro o un circuito particular es la base de entidades fenomenológicas tan complejas como la confianza en uno mismo, el amor parental o el razonamiento moral.
Especialmente desde la década de 1990, la psicología cognitiva (y, por supuesto, la neurociencia cognitiva) ha realizado grandes avances en la comprensión de las bases biológicas de la cognición y el comportamiento. Y, desde entonces, ha suscitado un interés elevado en un contexto cada vez más sensible y centrado en el individuo y el funcionamiento del espíritu humano.
La neuropsicología social-cognitiva, también conocida como neurociencia social-cognitiva, o simplemente neuropsicología social y neurociencia social, por no hablar de la neurociencia afectiva, emplea métodos neuropsicológicos y de imagen cerebral para estudiar la cognición social y otros procesos interpersonales.
La neurociencia social contemporánea tiene sus orígenes en la psicología fisiológica, un término acuñado por Wundt en la década de 1870 para referirse a la psicología experimental (en contraposición a la especulativa) en todas sus formas.
El campo de aplicación de la neurociencia social
Durante mucho tiempo, las neurociencias tradicionales han considerado el sistema nervioso como una entidad relativamente aislada, y los investigadores han ignorado en gran medida las influencias del entorno social en el que viven los seres humanos y otras especies animales.
Ahora bien, por definición, las especies sociales crean organizaciones más allá de sus propias estructuras, que van desde las díadas hasta los conjuntos culturales, pasando por familias y grupos sociales más o menos amplios. Estas estructuras sociales surgieron al mismo tiempo que los mecanismos genéticos, celulares, hormonales y neuronales que las sustentan, ya que los comportamientos sociales resultantes han ayudado a estos organismos a sobrevivir y reproducirse.
El entorno social influye en el comportamiento (y viceversa) en todas las especies, desde los microbios hasta los humanos. Los vertebrados presentan una notable diversidad de organizaciones sociales, que van desde formas de vida relativamente asociales y territoriales hasta organizaciones monógamas, pasando por especies hipersociales que viven en grandes grupos sociales complejos. A esta variedad interespecífica se añade también una gran diversidad de comportamientos sociales entre los individuos de una misma especie. Esta diversidad puede estar determinada por las relaciones sociales, el estado del sistema neuroendocrino y los factores genéticos.
Las neurociencias sociales pueden considerarse el campo interdisciplinario dedicado al estudio de estos mecanismos neuronales, hormonales, celulares y genéticos y, por consiguiente, al estudio de las asociaciones e influencias entre los niveles sociales y biológicos de las especies sociales, ya sean insectos, roedores, mangostas o primates.
Este esfuerzo interdisciplinario y esta estrategia de análisis multinivel no se limitan, por tanto, al ser humano. La biología evolutiva y la ciencia genética nos enseñan que compartimos muchos genes con otros animales, incluso con un organismo tan simple como el gusano "Caenorhabditis elegans".
Gracias a las secuencias del genoma que se han hecho disponibles para diversas especies, ahora sabemos que una cantidad notablemente alta de genes codificadores son compartidos entre todos los animales. Los nematodos, las moscas y las abejas, por ejemplo, tienen comportamientos y sistemas nerviosos simples, y a menudo (pero no siempre) genomas más pequeños que los animales más complejos; sin embargo, estos modelos animales son valiosos y pueden aportar mucha información a nuestra comprensión de los comportamientos sociales. Además, muchos de estos comportamientos, manifestados por animales simples (por ejemplo, cortejo, apareamiento, agresión, cuidado parental, búsqueda de alimento, aprendizaje, navegación espacial y memoria), también están presentes en animales con una organización más compleja. Así, el aprendizaje y la memoria están asociados a los cambios de estatus social resultantes de las peleas entre machos en la mosca de la fruta (drosófila). Cuando un macho inexperto observa a otros dos machos peleando, modifica y adapta su comportamiento en consecuencia, dependiendo de si se encuentra después con el perdedor o con el ganador.
Al igual que en el caso de la neurociencia del comportamiento, los modelos animales son fundamentales en la investigación de la neurociencia social, ya que permiten ir más allá de las simples correlaciones para dilucidar los mecanismos genéticos, hormonales, celulares y neuronales de los comportamientos sociales. No solo son importantes para validar hipótesis (lesiones, farmacología, etc.), sino que también son esenciales para comprender los conceptos psicológicos utilizados por los especialistas en ciencias sociales y humanas. Ayudan a desarrollar paradigmas conductuales adecuados.
Además, la investigación interdisciplinaria revela las similitudes y diferencias entre las especies sociales. Nuestra biología ha contribuido a dar forma al entorno social que hemos creado, y nuestro entorno social ha contribuido a dar forma a nuestro patrimonio genético, su expresión y nuestro cerebro. Compartimos este patrimonio biológico con otras especies animales. Los análisis de la cognición y el comportamiento social (basados en datos objetivos y empíricos) muestran que muchos mecanismos no conscientes se han conservado en los humanos (como los mecanismos de aproximación y evitación, el cuidado parental o los implicados en la consolidación y el placer), quizás más de lo que pensamos, incluso en áreas que parecen propias de los humanos, como el sentido moral.
El estudio de otras especies sociales proporciona información esencial sobre estos mecanismos moleculares conservados. Por ejemplo, nuestra comprensión de los vínculos interpersonales ha progresado notablemente cuando se identificó la concentración de receptores de dos clases de neuropéptidos, la oxitocina y la vasopresina, en la rata de campo, en las regiones ricas en dopamina del cerebro de esta especie monógama; por el contrario, la concentración de estos receptores se ha encontrado en diferentes lugares de las regiones asociadas a la recompensa y al refuerzo en la rata de campo, que es una especie más solitaria.
Además, los trabajos relacionados sugieren que los polimorfismos genéticos de los receptores de oxitocina están implicados en la sociabilidad de las ratas de campo, los pájaros y los humanos. La investigación en modelos animales ha servido de base para estudios experimentales en humanos, que han demostrado los efectos contrastados de la administración intranasal de oxitocina en diversos comportamientos sociales como el apego parental, la empatía, la confianza y la generosidad. Por último, los estudios que utilizan imágenes de resonancia magnética funcional indican que la administración de oxitocina reduce la actividad de la amígdala y modula su conectividad con las regiones del tronco cerebral implicadas en el miedo y la reactividad afectiva. El conjunto de estos trabajos, tanto en animales como en humanos, permite comprender que la oxitocina tiene un impacto general en la facilitación del acercamiento social (incluidas las emociones sociales negativas como la ira, la agresividad y la envidia), mientras que el alejamiento social se inhibe.
Las neurociencias sociales son intrínsecamente un proyecto interdisciplinario. La pluralidad de disciplinas implicadas (desde la biología molecular hasta la economía del comportamiento) y los diversos niveles de análisis que deben articularse exigen una estrecha colaboración, tanto teórica como metodológica, entre especialistas de diferentes disciplinas. Se pueden distinguir los enfoques multidisciplinarios de los enfoques interdisciplinarios. La investigación multidisciplinar se caracteriza por la agregación de competencias, mientras que la investigación interdisciplinar se define por las sinergias entre los expertos, sinergias que pueden transformar las preguntas planteadas, así como la perspectiva de los investigadores.
La investigación científica interdisciplinar es más arriesgada que la investigación multidisciplinar, ya que es el producto de un grupo y no la mera suma de las competencias de los individuos. En consecuencia, los equipos interdisciplinarios son más propensos al fracaso que los equipos multidisciplinarios. Pero este mayor riesgo también conlleva un mayor potencial de ganancias. Cuando los equipos interdisciplinarios tienen éxito, tienen la capacidad de producir importantes innovaciones científicas, avanzar en la resolución de lo que se pensaba que eran problemas insolubles e influir a su vez en otras disciplinas.
La necesidad de análisis multinivel
El comportamiento humano puede analizarse a través de múltiples niveles de organización, desde el nivel celular hasta el geopolítico. Lo que constituye un nivel de organización, al menos en la parte inferior de esta escala, corresponde a nuestros conocimientos de anatomía, bioquímica y fisiología. Sin embargo, el criterio final es la utilidad del nivel de organización elegido para arrojar luz sobre un fenómeno (por ejemplo, para comprender los comportamientos agresivos o prosociales). Las construcciones teóricas desarrolladas en ciencias humanas y sociales por psicólogos, sociólogos y economistas proporcionan herramientas y conceptos que permiten comprender comportamientos muy complejos sin tener que especificar cada uno de sus componentes elementales, ofreciendo así un medio eficaz para referirse a sistemas complejos. Estos conceptos teóricos pueden ayudarnos a comprender el funcionamiento del cerebro social, que a su vez puede ser informado y perfeccionado mediante la integración de teorías y métodos de las neurociencias. Las teorías proporcionan hipótesis sobre la manifestación de comportamientos entre los diferentes niveles de la organización, y las pruebas empíricas pueden utilizarse para apoyar, rechazar o perfeccionar estas teorías.
Los principios fundamentales que guían las neurociencias sociales
Aquí se estudiará lo siguiente:
El principio del determinismo múltiple
El principio del determinismo no aditivo
El principio del determinismo recíproco
El principio del determinismo múltiple
Este principio establece que un comportamiento identificado en un nivel de organización puede ser el resultado de la acción de varios factores localizados en diferentes niveles de organización y de sus interacciones.
Por ejemplo, los estudios que han analizado el abuso de drogas han puesto de manifiesto, por un lado, la contribución de factores neurobiológicos individuales localizados en el sistema de receptores de opioides endógenos, mientras que, por otro lado, las investigaciones han señalado el importante papel del contexto social y del estatus social de la persona. Nuestra comprensión del abuso de drogas es incompleta si no tenemos en cuenta tanto las diferencias individuales a nivel de los receptores en el cerebro como su interacción con el contexto social.
En la misma dirección multifactorial, mientras que las funciones inmunitarias se consideraban antes como reflejo de respuestas fisiológicas específicas y no específicas a agentes patógenos o tejidos dañados, hoy en día está claro que las respuestas inmunitarias están influenciadas por procesos nerviosos centrales que, a su vez, están modulados por interacciones sociales. Por lo tanto, una buena comprensión de la inmunocompetencia humana en la vida cotidiana será insuficiente si no se tienen en cuenta los factores sociales y de comportamiento.
Una consecuencia del principio del multideterminismo es, por tanto, que las teorías globales del comportamiento requieren un examen del posible aporte de factores localizados en diferentes niveles de organización y un análisis detallado de sus interacciones.
El principio del determinismo no aditivo
El principio del determinismo no aditivo especifica que las propiedades del conjunto no siempre pueden reducirse a la simple suma de las propiedades de las partes.
Esto puede ilustrarse con el estudio de los efectos de la anfetamina en el comportamiento de los primates. El comportamiento de primates no humanos se estudió tras la administración de anfetamina o placebo para examinar si los animales bajo anfetamina mostraban un aumento de las conductas de dominancia.
Tras los primeros análisis, no se observó ninguna tendencia clara entre los animales medicados y los que recibieron placebo. Los resultados fueron muy diferentes cuando los análisis tuvieron en cuenta la posición de cada primate en la jerarquía social: las anfetaminas habían aumentado el comportamiento dominante en los primates que ocupaban una posición alta en la jerarquía social, y también habían aumentado los comportamientos de sumisión en los primates situados en la parte inferior de la jerarquía social. Este estudio demuestra que los efectos de la anfetamina en el comportamiento de los primates habrían permanecido opacos si el análisis no se hubiera extendido al nivel de su organización social. Un análisis estrictamente fisiológico, independientemente de la sofisticación de la tecnología de medición utilizada, no habría revelado la interacción que existe entre un estimulante de este tipo y una posición social.
El principio del determinismo recíproco
El principio del determinismo recíproco especifica que puede haber influencias recíprocas entre los factores biológicos y sociales en la determinación de los comportamientos.
Por ejemplo, el estatus socioeconómico influye en la cognición y el éxito escolar en gran parte debido a sus efectos en el desarrollo del cerebro durante la infancia. Entre los mediadores de este efecto de arriba hacia abajo se encuentran los factores prenatales, el cuidado de los padres y la estimulación cognitiva. Las diferencias en el desarrollo neurológico, a su vez, afectan al funcionamiento ejecutivo, al rendimiento escolar y al posterior estatus socioeconómico.
Conclusiones
Todos los fenómenos psicológicos y sociales están subyacentes a mecanismos neurobiológicos y moleculares que, desde el nacimiento, se ven mutuamente influenciados por el entorno físico y social en el que interactúan los organismos. Las neurociencias sociales consideran que las relaciones entre los ámbitos biológico y social son bidireccionales y recíprocas: los eventos neuroquímicos influyen en los procesos sociales, y los procesos sociales influyen en la neuroquímica del individuo. La articulación de los niveles de análisis biológico, cognitivo y social favorece una explicación más completa e integrada del funcionamiento de la mente humana y de los comportamientos sociales. Los seres humanos son sistemas biosociológicos complejos que no pueden entenderse mediante una simple extrapolación de las propiedades de sus componentes elementales.
El mejor indicador predictivo del comportamiento social es una compleja combinación de factores situacionales, sociales y de la personalidad, que a su vez incluyen aspectos genéticos, evolutivos y fisiológicos. Las interacciones recíprocas entre un organismo y su entorno se orquestan en múltiples niveles para mantener el equilibrio dentro de ese organismo. Las neurociencias sociales constituyen un campo de investigación apasionante y en pleno crecimiento que tiene potencialmente muchas aplicaciones en diversos aspectos de nuestra vida cotidiana mucho más allá de la esfera académica; por ejemplo, en los ámbitos de la educación, la salud, la justicia y las políticas públicas. Por lo tanto, es esencial que este enfoque articule diferentes niveles de análisis para proporcionar una comprensión más global que tenga en cuenta la complejidad inherente a los procesos sociales. Sin este enfoque multidisciplinario, el análisis conduce a una visión parcial e ingenua de cómo se relacionan los fenómenos sociales y los mecanismos biológicos.
Por último, es importante subrayar que la comprensión y articulación de las leyes que vinculan los diferentes niveles de análisis no conducen a reducir o eliminar los niveles más altos de estos análisis. Las construcciones intelectuales y los estudios de los economistas conductuales o de los psicólogos sociales son valiosos junto a los que ofrecen la biología y la ecología. Sin embargo, pueden y deben ser informados y afinados mediante la integración de teorías y métodos derivados de las neurociencias sociales.
Al cerrar la brecha entre los estudios en animales y humanos, las neurociencias sociales contribuyen a una mejor comprensión de los mecanismos por los cuales el entorno social influye en nuestro bienestar (factores de estrés, apoyo social, duración de la vida, etc.). El conocimiento debe transferirse prestando atención a las diferencias entre especies, basadas en adaptaciones evolutivas específicas.